se han dado

viernes, 5 de enero de 2018

Todos somos José.

A sus 17 años José es perfectamente visible, por su puesto que no me refiero a su belleza física, tampoco hablo de su incapacidad para ser translucido o de la falta de transparencia en su piel, creo que hablo de otra cosa,  a lo mejor describiendo su manera de verse uno puede entenderlo:

José lleva un corte de cabello que va más allá de la comprensión de la sociedad,
este mismo corte algunas veces reta a la fuerza de gravedad.
el encanta la bisutería, pero extraña manía tenía que todo lo que se ponía
debía sacarlo de alguna ferretería o alguna tlapalería.
su ropa de mezclilla, oscura, manchada  y raída,
tiene parches por todas partes;
cada parche con un dibujo en donde se lee una digna filosofía.

Es un joven que vive ensimismado en su pensamiento, pero al mismo tiempo le gusta compartirlo con las personas que le rodean, los jóvenes de su edad gustan de escuchar sus palabras ya que sus ideas son agua que corre por caudales que otras aguas jamás tocan. En los adultos, despierta sentimientos encontrados, para algunos es desagradable ver una cara llena de aretes (que es la imagen misma de la rebeldía) y en otros despierta sana curiosidad; escuchar un lenguaje tan basto y florido enfundado en unos pantalones tan sinceramente mugrosos.

El gran problema de José o su pequeña enfermedad comenzó cuando tenía 25 años de edad, en este tiempo comenzó a volverse progresivamente más y más invisible, todos los días más transparente, cada año más translucido, habiendo pasado 2 años de iniciada su enfermedad, cuando uno caminaba al lado de José no sabía si había pasado junto a un holograma, un fantasma o una persona. Su problema terminó cuando el cumplió los 30 años, allí se volvió totalmente invisible, ya nadie más lo podía ver, excepto cuando el hablaba y alguien más le escuchaba, lo que pasaba es que la palabra hablada y el oído a la hora de fusionarse jugaban el papel de detonante para comenzar la materialización de José, empezaba a formarse por los músculos de sus labios, seguían las venas en los pómulos de sus mejillas, luego sus dientes, los huesos del cráneo, la traquea, las costillas que cubrían un montón de órganos palpitantes y que aún se movían por la respiración, la pelvis, los huesos de los pies y piernas y luego un millón de pequeños hilos rojos, son los músculos, que al final de formarse se verían envueltos en un montón de piel y cabello dejando al descubierto a un hombre que parloteaba, manoteaba y tenía una mirada triste, directa y profunda.

Por alguna razón evidente sabía que esto era un espectáculo único para verse, por eso decidió dedicarse a dar discursos en el centro de la ciudad, se paraba en una esquina con toda su invisibilidad y comenzaba a hablar, hablar, hablar y hablar, esperaba a que sus palabras cayeran en un oído curioso, usualmente el oído curioso venia pegado a un curioso completo que empezaba a buscar de que lugar se emitía el sonido, cuando sus ojos se cruzaban con el espacio vacío en donde realmente había un invisible José empezaba el extraño espectáculo de carne y palabras que previamente he descrito, para el momento en que la carne estaba totalmente formada y solo quedaban en el aire las palabras ya había todo un circulo de curiosos observando, cuando ya José era totalmente visible las personas aplaudían, las personas le daban monedas, le felicitaban:

En el fondo José sabía que nadie comprendía,
lo suyo no era ni magia ni prestidigitación,
era un acto de desesperación.
un hombre gritando en soledad
para recuperar por un momento,
un instante de su antigua visibilidad.

las monedas las usaba para pagar la renta, algo de ropa o comida quizá salir con un amigo ¡que se yo!
todos los invisibles del mundo se gastan su dinero de la misma manera.

Un día dejo de presentarse en el centro, lo sé bien porque mi local esta justo frente a donde daba su espectáculo. todos los locatarios le extrañamos bastante, pero curiosa es la naturaleza humana, que trata de tener control sobre aquellas cosas que no puede controlar jamás y en  boca de parlanchines que inventan rumores y chismes se perpetua esta practica de control del destino por medio de la imaginación.

A José le regalaron los rumores dos finales, el primero dice que un día conoció a alguien, se enamoraron, compartieron la vida y ante sus ojos jamás fue invisible; el otro dice que a José simple y sencillamente le dejaron de escuchar, no pudo recuperar entonces su forma visible, decidió dejar de hablar en público y regresó a su casa, donde después de un tiempo se dedico a lo que se dedican otros invisibles en este país.

En lo personal a mí no me gustan los finales, yo creo que estás cosas las invento Walt Disney o Holliwood para vender más en taquillas, yo creo que la vida es un poco más complicada que eso, creo firmemente que el destino esta narrando un cuento que se titula vida, y ese cuento no tiene punto final, ya que ni la muerte lo detiene, se parece un poco a esto que estas leyendo, que propiamente no tiene ningún punto y tampoco tiene ningún final.

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