Hay hombres que tienen costumbres muy extrañas, una vez conocí a uno que le encantaba gastarse su dinero comprando cascaras de nuez perfectamente simétricas; cuando ya se había gastado su dinero, llegaba a su casa con un montón de estas cascaras las cuales acomodaba perfectamente y en orden a lo largo de toda su mesa, después seleccionaba aquellas que servían mejor como barquito, para esto tenia un ejercito de mosquitos, eran jejenes que había traído desde S
an Blas, todo el mundo sabe que ellos son excelentes marineros por eso se paran sobre las cáscaras que sirven para navegar.
cuando ya tiene las cascaras de nuez que son perfectamente simétricas y buenas para navegar, el hombre una a una empieza a llenarlas con palabras, en cada cáscara va una palabra. Usa palabras como:
Paz.
y luego sella la cascara...
dignidad...
y otra cascara sellada...
libertad...
una más para sellar...
Justicia, Belleza, Serenidad, Arte, ¡Diversión!
Sellar, sellar, sellar, básicamente eso es lo que el hace, sellar las cascaras, cuando ya tiene todo un montón recolectadas, selecciona tres palabras que describan y vallan perfectamente acordes a lo que vivió durante el día, luego esas tres palabras, se las traga.
ojo , no intentes hacer esto en casa, tragarse las palabras es una practica peligrosa, y por demás dañina, este hombre tenía bastantes años de practica, por eso podía hacerlo con una sonrisa en los labios.
El punto de nuestra historia, es que una vez tragadas las cascaras de nuez, perfectamente simétricas y buenas para la navegación, estas empezaban a navegar por sus jugos gástricos, subiendo atraves de sus ideas hasta llegar a mezclarse con sus sueños, este proceso fermentaba un cuento que estaba listo a la mañana siguiente para que el hombre saliera a contarlo a cambio de monedas, las monedas las usaba para comprar mas cáscaras de nuez perfectamente simétricas y así continuar con el ciclo, todos los días.

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