Buenaventura es un niño de seis años que trabaja en el campo hombro a hombro con su padre, es huérfano de madre gracias a la mala combinación de escasos servicios médicos y complicaciones en el parto. Así es el campo.
El día mas caluroso de este año, a la hora más calurosa del día, al regresar de la casa a la parcela para llevarle un poco de agua, encontraría muerto a su padre en medio de la huerta, victima del calor y el trabajo excesivo causados por una sequía que azotaba la región.
Buenaventura de repente se vio a si mismo totalmente solo, en medio de un campo enorme, cuando volteo a ver el cielo; que es lo mismo que hacen todos los hombres cuando se sienten solos, ahí no encontró nada, solamente la mirada vacía de la muerte, parada frente a el, flaca, altanera y pálida, se alzaba La Catrina, observando el cuadro que ofrecía la despedida del niño a su padre, el niño la vio muy flaca y demacrada, no pudo más que ofrecerle un poco de agua, la muerte amablemente se negó y le pregunto al niño:
-¿Qué no me tienes miedo chamaco?-
A lo que buenaventura respondió
-No pues ¿cómo? tu estás muy flaca, muy pálida, además, mira nada más como traes la ropa, !toda desgastada! se nota que tu trabajas un montón y comes poco, yo entiendo de eso, por eso mejor te ofrezco agua, nomás por que no tengo comida-
-Más que tu vaso de agua niño- dijo la muerte - me gustaría saber ¿que es lo que vas a hacer cuando seas un adulto? para no morirte de hambre-
-Eso es fácil- Contesto buenaventura seguro de sí mismo -yo quiero ser labrador, igual que mi padre quiero sembrar frutas, quiero trabajar la tierra-
La muerte pensó que el niño no estaba pensando de una manera adecuada, había a pocos metros un hombre que había muerto por culpa de ese destino
-aún así- pensó la muerte -parece ser un chamaco inteligente, además de noble y amable, no desaprovechare esta oportunidad-
así la muerte adopto al niño y lo hizo su ahijado, lo primero que hizo fue llevarlo a un lugar alejado de los hombres, donde ninguno tuviera el valor para entrar, eso fue fácil de encontrar, en el pueblo había la biblioteca que nadie visitaba ni por error, la gente en este país no las usa, ahí lo escondió y luego lo vistió con las ropas que ella misma llevaba puesta y le dijo
-Estás telas ahora te harán invisible, es el poder que tiene mi ropa, por eso los hombres no pueden verme cuando me acerco, y sobre este edificio, ahora pesa un hechizo que te impide salir de aquí, hasta que termines de leer la última palabra del último libro-
Buenaventura se asustó bastante, tenia 7 años, bien cortitos y había trabajado largamente durante más de la mitad, no había tenido lo que se llama "tiempo" como para ir a la escuela a aprender a leer, se enojo por que pensó que la flaca estaba haciendo trampa, lo que como niño no sabía, es que la muerte no necesita hacer trampa, ella solo necesita mucha paciencia y un relojito, y nada más en vez de hacer trampa, la mayoría de las veces la muerte nos da ventajas, como está vez al niño, cuando por acto reflejo volteo a ver los libros, como por arte de magia de la muerte ahora el niño sabía leer todos los caracteres, en cualquier idioma, así que con prisa, y por que no decirlo, también con curiosidad el niño comenzó a hacer su tarea.
Cuando hubo cumplido los 20 años, el niño termino de leer la última del último libro y la muerte, que todos los días le llevaba de comer, le pregunto.
-Muy bien chamaco, veo que has terminado de leer todos los libros, ahora que sabes tanto, puedes decirme por favor ¿que vas a hacer cuando seas libre? para no morirte de hambre.
-Eso es fácil- Dijo buenaventura con seguridad -y yo ya no soy ningún chamaco, ya te había dicho cuando era un niño, que yo quiero ser sembrador, como mi padre quiero trabajar la tierra, quiero sembrar frutas y aún no he cambiado de opinión, por que no creo que exista una labor más noble-
La Catrina se había encariñado con el niño después de todos esos años de llevarle de comer todos los días, y todas esas charlas, el era su chamaco aunque no fuera de su sangre, y no quería que quemara su vida trabajando en el campo en un país en donde a nadie le importa un pito lo que pasa fuera de sus capitales, pero era imposible decirle que no al chamaco, sobre todo con un ideal tan noble, si el niño quería frutas exactamente eso tendría, así que la muerte le dio un segundo regalo, ahora el niño podría materializar frutas con el poder de su imaginación, solo tenia que mantener fértil y regada la tierra de sus ideas, y esto solo se hace con el agua que brota de las letras que están en los libros, asi pues el niño leía, imaginaba y ¡pum! había manzanas, leía, imaginaba y ¡plaf! platantos, mangos, mandarinas, guayabas, toda clase de deliciosos manjares frutales, pero un día, como todos los jóvenes de su edad, se aburrió bastante y esto lo llevó a la creación de sus propias frutas, frutas tan únicas y especiales que no tenían el mismo sabor para todos, si una persona probada dos mordidas de la misma fruta, no le sabían igual, y cuando dos personas probaban la misma fruta, hablaban de sabores distintos, esta clase de cosas puede llegar a ser muy costosa, sobre todo en este mundo que esta depravado por el materialismo y el consumo, las cosas únicas son muy exclusivas y alcanzan altos precios, pero Buenaventura no buscaba dinero, entendió bastante bien que nada material podría llevarse a casa de La Catrina, por eso cambiaba esas frutas por monedas, tenia la creencia, que el día en el que él estuviera con las patas frías o los tennis colgados la única manera de seguir presente en la tierra seria por medio de las bocas y los labios que alguna vez probaron sus frutas.

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